El artista puede necesitar escuela para la perfección de la actividad que realiza, mas ha de tener sensibilidad innata, aquella que no es posible adquirir en escuela alguna, aquella que debe existir por origen ( es posible hacer una joya a partir de un diamante en bruto, por tanto primero debe existir el diamante).
Edward Mariano Alcántara Méndez, nace en Santo Domingo, el 6 de Julio del 1977.
Crece y se forma como artista en la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Después de cursar estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes en Santo Domingo y de recibir instrucciones inspiradoras de artistas como, Francisco Soñé, Julio César Martínez, Ricón Mora, Federico Cuello, Domingo Guaba.
Ha participado en baria exposiciones colectivas.
Realizó su primera exposición individual titulada ¨Credenciales¨ donde el artista reunió barias de sus obras, todas de colección privada para mostrarla al público. Esta muestra fue merecedora de las mejores críticas.
Los pliegues de un manto, la caída del cabello, la mirada dulce de una mujer o la expresión efusiva de un rostro nos dejan percibir que en el artista y sus pinceladas animadas, existe un gran y profundo respeto a la vida y lo que le rodea. Vida que se reflejada en cada una de sus obras erróneamente catalogadas “inanimadas”.
El artista se define a si mismo como retratista y mas que él lo definen sus propias obras.
La diversidad de técnica que emplea en con éxito para acercarse más al hiperrealismo lo hace merecedor de una estampara estilo inconfundible. Al carboncillo logra un efecto casi fotográfico en la realización del claro oscuro. En el óleo y acrílico es posible observar los pliegues casi reales de los lienzos que quiere mostrar.
Relevante destacar como capta las miradas de los rostros que en su mayoría son femeninos. Se percibe desde la satisfacción de la maestra frente al alumno que apenas pudo pagar sus estudios, pero que aun así promete ser de aquellos a quienes la pobreza material premia al final, o también la actitud de concentración en una tarea, la fe en un gesto de oración, la alegría en el brillo de una mirada y una sonrisa.
La persona y su realidad, ya sea en una biblioteca donde el conocimiento yace como una princesa de cuento de ada o forjando los sueños de una futuro mejor con las manos enlodadas, sucias de esperanza a sol de día cualquiera.